San Miguel de Allende, la ciudad que no deja de brillar, vuelve a ser reconocida como la mejor del mundo en 2025
Con más de una docena de reconocimientos internacionales, San Miguel de Allende consolida su lugar como referente global del turismo cultural y de calidad. Este 2025, fue nombrada nuevamente “La Mejor Ciudad del Mundo” por la prestigiosa revista Travel + Leisure
En una época donde los destinos compiten por la atención del mundo, San Miguel de Allende ha vuelto a posicionarse en la cima. La reconocida revista Travel + Leisure la nombró, una vez más, la mejor ciudad del mundo, resultado de la votación anual de miles de lectores que evaluaron la calidad de vida, la oferta cultural, gastronómica, hospitalaria y el valor global de su experiencia como destino.
Este galardón no es una sorpresa para quienes han recorrido sus calles empedradas, visitado sus templos barrocos o conversado con sus habitantes. Pero detrás de ese encanto que parece detenido en el tiempo, hay una historia sostenida de esfuerzos, reconocimientos y logros que colocan a San Miguel en el mapa internacional no como una moda pasajera, sino como una ciudad que ha construido su prestigio a base de autenticidad.
Desde que fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 2008, junto con el Santuario de Jesús Nazareno de Atotonilco, San Miguel ha sumado al menos 12 reconocimientos internacionales de alto perfil. En 2013 fue elegida como mejor ciudad del mundo por Condé Nast Traveler, y Travel + Leisure la ha distinguido en más de cinco ocasiones, incluyendo títulos como “Mejor Ciudad Pequeña” y “Mejor Ciudad de América Latina”. En 2024 ya había alcanzado el primer lugar global, y ahora, en 2025, repite la hazaña.
Más allá de las listas y los premios, lo que se valora en San Miguel es su capacidad para equilibrar tradición y modernidad. Los lectores de Travel + Leisure elogiaron no solo su arquitectura y clima, sino también su vibrante vida artística, su hospitalidad y la sensación de comunidad que ofrece al visitante.
Entre sus principales atractivos se encuentran la icónica Parroquia de San Miguel Arcángel, con su imponente fachada neogótica que se ha convertido en símbolo de la ciudad; el Jardín Principal, corazón palpitante donde se cruzan locales y turistas; y el Mirador de la salida a Querétaro, que regala panorámicas inolvidables del atardecer. También destacan el Charco del Ingenio, un jardín botánico y reserva natural que invita a la conexión con la flora del semidesierto, y museos como el Casa de Ignacio Allende, que resguardan la historia independentista del país.
La ciudad también es conocida por sus mercados tradicionales como el Mercado de Artesanías, donde se puede encontrar desde bordados y textiles hasta objetos de latón, vidrio soplado y cerámica. El Mercado Ignacio Ramírez, mejor conocido como “el mercado grande”, combina colores, olores y sabores que muestran el alma viva de San Miguel: frutas frescas, comida típica, flores y remedios naturales.
Y si algo queda claro al recorrerla, es que la verdadera riqueza de San Miguel está en su gente. La calidez de los sanmiguelenses no es una estrategia turística, sino una forma de ser. El trato cercano, amable y respetuoso hacia el visitante —ya sea nacional o extranjero— ha sido clave para que muchos regresen una y otra vez, o incluso decidan hacer de esta ciudad su hogar.
Tan solo en 2023, San Miguel de Allende recibió más de 2 millones de turistas, generando una derrama económica superior a los 6 mil millones de pesos, de acuerdo con datos del sector turístico local. Estos logros reflejan no solo un crecimiento económico, sino una cultura de hospitalidad que se renueva cada día.
Este tipo de reconocimientos no solo apuntalan el orgullo de sus habitantes, sino que también sirven como espejo de una identidad que ha sabido evolucionar sin traicionar su esencia. En tiempos de turismo acelerado y globalizado, San Miguel de Allende sigue apostando por lo local, por lo humano, por la experiencia cercana.
Y ese, quizás, sea su mayor secreto: no se trata solo de ser la mejor ciudad del mundo, sino de ser una ciudad donde el mundo quiere quedarse un poco más.